A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.
Queridos Hermanos todos en sus respectivos puestos y niveles
México DF, Febrero de 2011 E.´.V.´.
México DF, Febrero de 2011 E.´.V.´.
Tema: Cuentos y realidad
El día de hoy he pensado en compartir con ustedes,
sobre lo que significa nuestra Orden.
Tarea difícil por cuanto hermanos más preparados de distintos niveles y épocas
no han logrado arribar aún a certezas única. Necesario, entonces, será recurrir
a las historias que suele verse o decirse
el mundo profano. Para mi pesar y el vuestro, tampoco sé muchas historias, por
tal motivo voy a repetir una que de seguro conocen y si la saben mejor que yo, les
ruego fraterna indulgencia.
.
He aquí, entonces, que estos son nuestros templos.
Podéis ver aquí nuestro taller, y tallados en los sitiales las herramientas que
usamos. Allí están las piedras con las que trabajamos y ahí están las luces que
nos alumbran. Nuestros símbolos más caros adornan estos trabajos y las jornadas
de nuestros encuentros se abemolan con el trato de hermanos. A algunos de
quienes nos acompañan por primera vez les gustaría saber qué hacemos o conocer
los pretendidos secretos que guardamos. Algunos quisieran saber si lo que se
dice allá afuera corresponde a la realidad de lo que ocurre acá adentro.
Algunos, ciertamente, se decepcionarían al darse cuenta que la imaginación y
las palabras que ignoran realidades suelen ser más fantasiosas que reales y
que, al fin y al cabo, el único secreto,
el único trabajo, la única construcción y la única obra no está dentro de estos
templos, sino dentro de nosotros mismos y es tan inefable como íntimo.
Lanzado a la vida, Pinocho se verá
superado por su inconsciencia, muñeco al fin y al cabo, aunque se mueva sin
hilos, es una obra inacabada porque no
reside dentro de sí conciencia alguna, el viejo Grillo, que oficia de ella se
encuentra afuera, ajeno, exiliado de la reflexión y la meditación interna y
aunque se esfuerza, no logra permear aún los actos del díscolo títere que
siguen siendo inconscientes, desconociendo, incluso, a su propio Maestro.
Cuando cada uno de nosotros llegó a la masonería, veníamos
de la calle, de la oficina de apariencias, de la competencia inexcusable por lo
que suele entenderse como éxito. Entramos en esta Orden pisando los mosaicos
negros y no los blancos, gracias a la rica experiencia acumulada en el fragor
de aquello que solemos identificar como la vida. Hemos estado convencidos por
las ideologías y por los dogmas que las cadenas solo sirven para romperlas y aquí,
hemos aprendido a reforzarlas. Hemos estado convencidos que el sol y la luna conforman
una dualidad que no podemos unir y acá están juntas en lo alto de este
microcosmos. Se nos ha enseñado que la sabiduría, la fuerza y la belleza no suelen
andar juntas y hoy empezamos esta reunión convocando a esta triada en un mismo
sitio y lugar. Por eso, queridos hermanos abrimos nuestras puertas para
mostrarles que lo único que aquí hacemos es tratar de superar la mirada unívoca
del Narciso que se contempla a sí mismo, para tratar de empatizar con otras
miradas, tan humanas y tan distintas como las nuestras.
Al fin y al cabo Pinocho, tragado por la
colosal ballena, en el vientre oscuro de la animalidad extrema, convierte esa
cárcel en un dojo de meditación, en una capilla contemplativa de su propia
vida, en una cámara de reflexiones de sus propios actos. Allí, en la oscuridad
de la muerte segura aparece nuevamente
el viejo Maestro para darle el impulso y el ánimo y seguir adelante.
Hay que dar la lucha, enfrentarse a los monstruos propios y ajenos, coger las herramientas, elevar los corazones para navegar en las turbulentas aguas de nuestras propias pasiones, de nuestras propias emociones que al igual que los hilos del destino nos llevan de acá para allá en marejadas inmensurables de desconsuelos, dolores, depresiones, egoísmos, flaquezas, debilidades y oscurantismos. ¿Y qué pasa si nos ahogamos? Uno menos. Un eslabón menos en la cadena, un ladrillo menos en la construcción, una piedra menos en el templo, un hermano menos en el sendero. Casi nada. Uno menos no se nota cuando sólo contamos el número y no nos detenemos a examinar las cualidades.
La verdadera batalla con la ballena fue
inmensa, fue heroica, fue trágica. Tendido quedó Pinocho con su imperfecta
humanidad inerte. Gepetto, desgraciado, llora con desconsuelo la pérdida porque
no pudo nunca perfeccionar su obra, porque pese a las capacidades
extraordinarias, a las potencialidades impresionantes, su pobre muñeco casi
humano no pudo superar las limitaciones de su especie y aunque se libró de los
hilos, no se libró de las olas que lo ahogaron aniquilando todos sus esfuerzos
de ejemplar heroísmo.
Hay que entregarse. Basta ya de cuidarnos y de
calcular los pasos para no dañarnos, para no exponernos, para seguir siendo
políticamente correctos, para equilibrarnos en la aprobación ajena. A quemar
las naves como Alejandro Magno, a cruzar el Estrecho, como Magallanes, a pisar
el Polo, como Amudsen y Scott. A eso venimos a estos templos, aunque apenas
estemos intentando conquistar nuestra propia personalidad.
No somos pocos quienes nos identificamos con esta
historia, por el ejemplo de vida de esta
aventura ficticia, al fin y al cabo, el Q.·. H.·. Disney dibujó a este
personaje con corbata de lazo y guantes blancos.
Al finalizar esta historia recuerdo otras que no
contaré porque no puedo correr el riesgo
de que salgáis de aquí creyendo que esto es un club literario. Sin embargo, la
vieja historia que mal conté, se parece mucho a las luchas de Mowgli para dejar
la manada de lobos y llegar hasta la aldea humana. Se parece al misterioso viaje
del Principito por el universo para aprender de la vida y volver a su único
origen y destino. Se parece a las aventuras de Gulliver cuyos mares lo llevan a
realidades insospechadas asumiendo tareas que nunca pensó enfrentar; a las
investigaciones de Sherlock Holmes, minucioso y racional, que descubre en las
huellas ajenas las pistas para su propio éxito en la búsqueda de la verdad. Es como
el proceso de maduración de Tom Sawyer, pleno de aventuras y aprendizajes, es
como la grandiosa odisea en el espacio que surge desde los atisbos de la
conciencia de ser en la salvaje prehistoria y se remonta, profundamente humana,
hasta las estrellas y el cosmos inmensurable.
Literatura, al fin y al cabo, que no pasa de ser fantasía, ficción y
pasatiempo cuando no se la busca como símbolo de la hermandad.
Q.´. H.´,T.´. , ciertamente la tarea encomendada por G.´.A.´.D.´.U.´. requiere hoy, mañana y
siempre de mayores y mejores experiencias y conocimientos. En occidente, donde las palabras no alcanzan a
esbozar la extraordinaria esencia de esta entrañable orden, es mejor que reine
el silencio, para que otras luces, desde
la triada de los otros puntos cardinales, proyecten en sus voces, qué es lo que
hacemos en nuestros templos.
S.·.F.·.U.·.
M.´.M.´. José Eliud García Martínez
ES
CUANTO Y TODO
Es en verdad un existo trabajo, jamas hubiera imaginado que la masonería y los cuentos tienen algo en común, por favor sigue escribiendo tan grandes ensayos
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